domingo, marzo 07, 2010

Será difícil, cariño.

Acabo de darme cuenta que me cuesta decir te amo, cada vez que lo pienso algo en mi pecho se expande, algo como cuando se te para el corazón y te hormiguea toda esa zona. No estoy preparada para decirlo en voz alta, ni siquiera para pensarlo aún. Pero que te amo, lo juro.
Y sé que mis palabras suenan vacías, pero si me vieran a los ojos sabrían que estan cargadas de sentimientos. Te amo. Te quiero más que a nada en el mundo, te quiero de una forma especial, te quiero como no he querido a nadie. A ti, mi amor.


I'm scared.


Para ser el primer amor es algo complicado, no porque vivamos lejos, sino porque te vienen las dudas y sobre todo los miedos. Tengo miedo de que pienses que soy perfecta, cuando no lo soy. Y que cuando lo descubras ya no me quieras. Tengo miedo a que esto no sea real -pero en el fondo sé que lo es-. Tengo miedo a que lo nuestro no pueda ser. Tengo miedo de que te des cuenta que no me amas. Tengo miedo a herirte. Tengo miedo a que sufras, cuando lo único que quiero es que seas feliz. Tengo miedo a decirte las cosas que siento y llorar. Y que cuando llore no me abraces y sientas que soy infantil. Tengo miedo a ser demasiado fría. Tengo miedo a que no estemos juntos nunca. Tengo miedo a no quererte en un futuro, y sé que en ese futuro mi vida no tendría razón de ser. Tengo miedo a que mueras sólo y sin mi. Y yo de morir sin ti.
Esto es algo solamente, pero todos estos miedos se desvanecen cuando me repites que sientes lo mismo, y que estaremos bien. Así de simple.

Muy bien, algún día tenía que llegar.

No sé qué es estar enamorada, no sabría distinguir los sentimientos, las emocionas que embargan a la persona en ese momento. Pero lo que sé es que es el estado más puro y fuerte en que se presenta el amor.

Lo conocí un domingo de Enero, estaba en la sabia tierra de Temuco, en el campo. Estaba oscureciendo y mi hermano a lo lejos llegaba con un joven, casi de su misma estatura, y caminaba con firmeza, como la gente del sur. Yo estaba absorta viendo el paisaje de los árboles y el incipiente pasto, imaginaba la forma en poder adentrarme en ese salvaje mundo, y no salir mas de él. En cómo se sentiría dejarse llevar por la corriente del río o respirar bajo el agua, para luego quedarme ahí, para siempre, en la memoria de la gente y mi fantasma persistiera por siempre en ese estrambótico campo.

Cuando el compañero de mi hermano estubo ya cerca, desperté de mis pensamientos y me acerqué a saludar al nuevo extraño. Lo besé en la mejilla y le dije mi nombre y el me dijo el suyo. Estoy segura que no lo olvidaré con facilidad. Y desde ese momento ya nada fue lo mismo.

Estuvo por una semana llengo seguidamente a vernos, según mi hermano lo hacía por mi, pero yo sabía que no era cierto. La verdad es que el al principio no me atraía para nada, realmente lo encontraba... torpe y demasiado extrovertido, aunque muy en el fondo me atraía eso de él; tan diferente de mí.

Cuando regresé a mi ciudad, me di cuenta que me fui pensando a veces en él y el resto de las semanas igual, pero a la segunda semana me di cuenta que ese personaje me gustaba, y yo a él igual. Era algo extraño, a decir verdad, sobre todo porque somos familia, aunque no directamente, pero lo somos.

Decidí volver al campo, quería salir de mi hogar y en el fondo tenía un deseo de verlo. Y al llegar me esperaba él y sus facciones grotescas, su piel morena, brazos fuertes, ojos miel y su madurez ocultada con inocencia. Mi estomago se revolvió y mi sonrisa fue torpe y nerviosa, él lo notó, clatro está. Al transcurrir los días notaba como su mirada estaba aún mas en mis acciones y movimientos, y pude notar como se daba cuenta lo nerviosa que me ponía. Cuando hablabamos a solas, me daba cuenta que con observarme me aprendió a conocer como nadie lo ha hecho, hasta podía adivinar algunos de mis pensamientos, y hacía comentarios sobre lo diferente que yo era, ganándose mi corazón poco a poco. Había un momento en que nos miramos y para mi el tiempo se detubo, todo pasó lejano, estabimos ausente del universo y al momento siguien supe que nos estabamos besando, días antes le habia mencionado que yo no había besado ni amado a nadie y note que ocultaba una sonrisa esperanzadora y un brillo en sus ojos. Cuando nos separamos sentí verguenza, por mi inexperiencia y todo lo que el pudo decir fue que era imposible que yo no hubiese besado nunca, sonreí sin razón y lo besé de nuevo, de la forma más pura en la que alguien puede hacerlo.

Y a la semana siguiente él se dio cuenta que estaba enamorado de mi y mi ambición por leer, mi aparente seriedad y mi eterna sonrisa de niña. Pero la pena nos embargaba, ya que yo no sabía que sentía, porque nunca lo había sentido, y vivíamos lejos, en regiones diferentes. Y el día anterior descubrí que todo eso que yo sentía, era amor, de ese que te da cuando te enamoras y ya no se le puede hacer nada. El día en que me fuí le dije que el me salvó de mi misma y que siempre se lo iba a agradecer, y de que es la primera persona que le digo lo que oculta mi mente, muy en el fondo. Y el me sonrió y yo a él, y nos perdimos en ese momento, fue de nosotros y siempre quedará en mi memoria.

No importa que él me adelante por 5 años, o que vivamos lejos. Sé que estaremos juntos, yo... te amo, como nunca creí hacerlo. Me encanta tu forma inocente de hacerme reír, tu ignorancia en ocasiones y esa madurez que demuestras en ciertos momentos.

Ahora sé que es estar enamorada, y se siente.. bien. El mundo ahora sí tiene color, el futuro si tiene un propósito y yo, puede, que no sea tan mala.

Nos veremos cuando Dios quiera, si te puso en mi camino, nos tendrá que volver a reunir, como nosotros esperamos. Tenemos fe, siempre la tendremos.

Te dedico esta nota porque te lo mereces, aunque te mereces mucho más, esta es la única forma de expresarme. Cuando sea demasiado valiente, te lo diré. Lo prometo. Por ti.

Entre los escombros, a veces, queda la vida.

Hace una semana y un día un terremoto nos azotó a la VIII y VII Región. Es comprensible que la tierra se mueva de esta forma, sobre todo en Chile; un país que constantemente es azotado por tsunamis y terremotos. Somos afortunados de sobrevivir nosotros, nuestros alimentos y familiares. Pero aún así mi madre se queja, ya ni puedo dormir con esto, me siento mal, Dios mío que todo termine, me dice siempre. Y estoy cansada de sus quejas y todo lo demás. Pienso en la gente que quedo sin nada, realmente nada, y la culpa no me deja, la verdad. Tal vez yo merezco sufrir lo que esas familias sufren, esto realmente es un oasis en el desierto. Dios los ayudará, Dios los orientará y la gente tiene fe en ello, por mucho que la los desesperados digan que Dios no existe, la gente sabe y cree que Él es sabio y hace las cosas por algo.

Hay mas de 200 muertos en la región del Maule (VII), y es realmente desgarrador ver como la gente reconoce cuerpos o los restos de sus cosas entre los escombros y se abraza a cualquier periodista que ande merodeando alguna noticia, para llorar en su hombro. No nos queda nada, les dicen las dueñas de casa, con el rostro bañado en lágrimas. Y a los periodista se les hace un nudo en la garganta y se le aguan los ojos.

Sé que yo no puedo decir que he sufrido algo del terremoto, más que el duro movimiento. Ellos si han sufrido, al ver su vida, a veces, entre los escombros, los pescadores que vivían a las orillas de las playas, perdieron todo y lloraban mirando al mar, quizás pidiéndole que no reaccione más ya que ellos toda su vida lo han respetado.

En los escombros queda la vida, pero renace el optimismo, renace la solidaridad y la esperanza, porque Dios los tiene en su gloria, al ver como se levantan y reconstruyen sus casas, respetando cada día a la tierra y mar.

Y por mucho que las placas tectónicas se muevan, inquietas, bajo el mar o la ciudad, la gente siempre amará la tierra de Chile, su olor a campo, su gente cariñosa y eso de ayudarse unos a otros, como siempre lo hacen cada vez que la tierra, el mar o la vida misma se manifiestan. Por Siempre.